La metáfora ecológica aplicada a los medios toma forma en los años 60 en el entorno de Marshall Mc Luhan y Neil Postman, éste último utiliza el concepto en una conferencia en el año 1968, y tres años más tarde funda el programa The Media Ecology en la New York University. La reflexión en clave ecológica desciende de una larga serie de pensadores que inspiraron a McLuhan y Postman, desde Walter Ong hasta Harold Innis, pasando por Jacques Ellul y Lewis Mumford. Estos son los pioneros de la ecología mediática.
La Media Ecology no nace sola. Desde la publicación de Fundamentals of Ecology se crearon numerosos campos de investigación inspirados en la metáfora ecológica y biológica: Cultural Ecology (1955), Bioseniotics (1962), Biolinguistic (1967) Ecological Anthropology (1968), Political Ecology (1972), Sociobiology (1975), Human Behavioural Ecology (1975), Industrial Ecology (1989), etc.
La metáfora ecológica aplicada a los medios admite dos interpretaciones:
- Los medios constituyen un "entorno" ("medium"diría McLuhan) que modifica nuestra percepción y cognición
- Los medios son como "especies" que viven en un ecosistema y establecen relaciones entre sí (y con los sujetos que también forman parte de ese ecosistema).
Ambas concepciones están presentes en las obras de McLuhan, Postman y otros pioneros de la ecología mediática. Sin embargo, la segunda interpretación no ha sido suficientemente explorada.
Si pensamos que los medios son "especies" que viven en un ecosistema, se despliega ante nosostros una serie de preguntas que necesitan ser respondidas por la comunidad científica.
-¿Evolucionan los medios? En los últimos años varios investigadores han aplicado el modelo evolutivo a la tecnología, el arte y la producción literaria.
- ¿Pueden los medios extinguirse? ¿Hay medios-fósiles? La actual explosión de "nuevos medios" ¿puede ser considerado un ejemplo de equilibrio puntuado, o sea una repentina aparición de nuevas especies?
En este contexto, la introducción del concepto de "interfaz" en la Media Ecology puede abrir aún más el panorama y plantear otras preguntas respecto a la co-evolución entre medios y entre medios-sujetos.
Neil Postman (1931-2003)
Nació en Nueva York estudio en la Universidad de Columbia, donde se doctoró en letras en 1958. Fue discípulo de Maeshall McLuhan, también fue director de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York donde fue profesor de Ecología de los Medios.
Durante una década fue director de la revista de semántica general Et Cetera, perteneció al Consejo editorial de la revista The Nation. En 1986 obtuvo el premio George Orwell. Colaboró habitualmente en grandes diarios de referencia, como The New York Times, Washington Post, Le Monde, etcétera.
Sus libros más destacados son: Teaching as a Subversive Activity (con Charles Weingartner, 1969), Language in America(1974), Teaching as a Conserving Activity (1982), The Disappearnace of Childhood (1984), Conscientious Objections (1987), Amusing Ourselves to Death (1985),Technopoly (1992), How to Watch a Television News Show (1994), The End of Education (1996) y Building a Bridge to the 18th Century (2002).
Entre otros, se han traducido a la lengua española:Divertirse hasta morir, Eds. de La Tempestad, Barcelona, 1991; Tecnópolis. La rendición de la cultura a la tecnología, Círculo de Lectores, Barcelona, 1994; El fin de la educación, Octaedro, Barcelona, 1999. En lengua portuguesa: Tecnopolia. Quando a Cultura se rende à Tecnologia, Difusão Cultural, Lisboa, 1994; O desaparecimento da infância, Graphia, Río de Janeiro, 1999; O Fim da Educação, Graphia, Río de Janeiro, 2002.
Sociólogo, comunicólogo y analista crítico de los medios. Estudia el efecto envolvente de la televisión, como instrumento de socialización monocorde... Trivializa, reduce, conduce al espectáculo. Convierte la cultura en un gran espacio de negocio. La televisión ha cambiado las formas de hacer política, homogeneizando lo político con el resto de los elementos del discurso ligero del medio, en una expresión más de la farándula. Esta mutación refunda los valores de la representación política, ya que el representante se adapta al medio y, más que debatir, fundamentar ideas y propuestas, trata de ‘dar bien’, ser agradable, encontrar su hueco mediático.
El propio medio no soporta más densidad en sus formatos narrativos. Un buen candidato, un buen político se mide por sus valores de comunicación audiovisual: buena imagen, sonrisa, gestos, gracejo... (Divertirse hasta morir). La política, como la televisión, se hace espectáculo, diversión. La televisión contribuye a la pasividad y esterilización cultural y social. Además, no distingue, no discrimina, y aporta los mismos nutrientes a mayores y a niños (La desaparición de la infancia), devaluando los mecanismos de socialización e instrucción social y familiar (La muerte de la escuela).
En su libro Tecnópolis, Postman retoma algunos de los planteamientos de la Escuela de Francfort y denuncia que la cultura ha sido secuestrada por la tecnología. La seducción tecnológica se ha impuesto a la innovación social, a la creatividad cultural. Como en el conjunto de su obra, se expresa en términos de determinismo tecnológico, porque los desarrollos tienen una lógica interna y están definidos por la voluntad de quien las crea y utiliza con un propósito de dominio concreto. Además, la ausencia de controles sociales sobre la tecnología la despoja de una base ética reconocible, de una dimensión social y cultural propia de una sociedad soberana. Bajo las sombras que proyecta el resplandor de la tecnología, se oculta la ideología.
Su posición crítica ha sido duramente combatida desde posiciones de ortodoxia académica y desde el propio mercado audiovisual, que incluso han negado el carácter progresista de sus planteamientos. Acusado de ser un hábil constructor del discurso, sin demasiados escrúpulos académicos, con excesivas generalizaciones, apoyos disciplinares oportunistas y usos estadísticos caprichosos.
Fuente: http://www.infoamerica.org/teoria/postman1.htm
Neil Postman (1931-2003)
Nació en Nueva York estudio en la Universidad de Columbia, donde se doctoró en letras en 1958. Fue discípulo de Maeshall McLuhan, también fue director de Cultura y Comunicación de la Universidad de Nueva York donde fue profesor de Ecología de los Medios.
Durante una década fue director de la revista de semántica general Et Cetera, perteneció al Consejo editorial de la revista The Nation. En 1986 obtuvo el premio George Orwell. Colaboró habitualmente en grandes diarios de referencia, como The New York Times, Washington Post, Le Monde, etcétera.
Sus libros más destacados son: Teaching as a Subversive Activity (con Charles Weingartner, 1969), Language in America(1974), Teaching as a Conserving Activity (1982), The Disappearnace of Childhood (1984), Conscientious Objections (1987), Amusing Ourselves to Death (1985),Technopoly (1992), How to Watch a Television News Show (1994), The End of Education (1996) y Building a Bridge to the 18th Century (2002).
Entre otros, se han traducido a la lengua española:Divertirse hasta morir, Eds. de La Tempestad, Barcelona, 1991; Tecnópolis. La rendición de la cultura a la tecnología, Círculo de Lectores, Barcelona, 1994; El fin de la educación, Octaedro, Barcelona, 1999. En lengua portuguesa: Tecnopolia. Quando a Cultura se rende à Tecnologia, Difusão Cultural, Lisboa, 1994; O desaparecimento da infância, Graphia, Río de Janeiro, 1999; O Fim da Educação, Graphia, Río de Janeiro, 2002.
Sociólogo, comunicólogo y analista crítico de los medios. Estudia el efecto envolvente de la televisión, como instrumento de socialización monocorde... Trivializa, reduce, conduce al espectáculo. Convierte la cultura en un gran espacio de negocio. La televisión ha cambiado las formas de hacer política, homogeneizando lo político con el resto de los elementos del discurso ligero del medio, en una expresión más de la farándula. Esta mutación refunda los valores de la representación política, ya que el representante se adapta al medio y, más que debatir, fundamentar ideas y propuestas, trata de ‘dar bien’, ser agradable, encontrar su hueco mediático.
El propio medio no soporta más densidad en sus formatos narrativos. Un buen candidato, un buen político se mide por sus valores de comunicación audiovisual: buena imagen, sonrisa, gestos, gracejo... (Divertirse hasta morir). La política, como la televisión, se hace espectáculo, diversión. La televisión contribuye a la pasividad y esterilización cultural y social. Además, no distingue, no discrimina, y aporta los mismos nutrientes a mayores y a niños (La desaparición de la infancia), devaluando los mecanismos de socialización e instrucción social y familiar (La muerte de la escuela).
En su libro Tecnópolis, Postman retoma algunos de los planteamientos de la Escuela de Francfort y denuncia que la cultura ha sido secuestrada por la tecnología. La seducción tecnológica se ha impuesto a la innovación social, a la creatividad cultural. Como en el conjunto de su obra, se expresa en términos de determinismo tecnológico, porque los desarrollos tienen una lógica interna y están definidos por la voluntad de quien las crea y utiliza con un propósito de dominio concreto. Además, la ausencia de controles sociales sobre la tecnología la despoja de una base ética reconocible, de una dimensión social y cultural propia de una sociedad soberana. Bajo las sombras que proyecta el resplandor de la tecnología, se oculta la ideología.
Su posición crítica ha sido duramente combatida desde posiciones de ortodoxia académica y desde el propio mercado audiovisual, que incluso han negado el carácter progresista de sus planteamientos. Acusado de ser un hábil constructor del discurso, sin demasiados escrúpulos académicos, con excesivas generalizaciones, apoyos disciplinares oportunistas y usos estadísticos caprichosos.
Fuente: http://www.infoamerica.org/teoria/postman1.htm